domingo, 20 de marzo de 2011

Una dieta que utiliza la hormona del embarazo arrasa en EE.UU.



Lo último, o lo último de momento para adelgazar en Estados Unidos: una dieta de hambre (500 calorías al día), pero se supone que el hambre no se nota gracias a la inyección diaria de una hormona que se obtiene de la orina de mujeres embarazadas. La hormona ayuda a eliminar la sensación de apetito y además «engaña» al cuerpo, induciéndole a quemar las grasas estratégicamente como sucede en caso de embarazo. Hay quien paga más de 1.000 dólares por el tratamiento.

Hablamos de la hormona godanotropina coriónica (HCG, por sus siglas en inglés), que es producida por las células que forman la placenta. Su presencia puede ser detectada en un análisis de sangre once días después de la concepción y alrededor de 12 o 14 días en un análisis de orina. Alcanza sus niveles más altos entre las primeras once semanas del embarazo.
No es que la HCG sea una absoluta desconocida entre las huestes que luchan por perder peso. Hace tiempo que se usa en clínicas europeas, alegan algunos fans para defenderla de sus críticos. Pero en ninguna parte había sido un «boom» como lo es ahora en Estados Unidos, y eso a pesar de que no cuenta ni mucho menos con el aval de la Agencia norteamericana de la Alimentación y el Medicamento, la FDA.
La buena noticia es que la HCG sólo se obtiene por prescripción médica. La mala es que la puede prescribir cualquiera. He aquí el comentario de una lectora de «The New York Times», muy enfadada cuando descubrió una información sobre el tema: «¿Un cirujano plástico y un dentista están promoviendo una dieta que implica medicamentos sin receta, extremas restricciones calóricas y ningún intento de informar a sus pacientes sobre nutrición? ¿Y no hay ningún dietista ni endocrino que tenga nada que decir?».
Los que están a favor aducen que no consta que esta hormona le haya hecho nunca daño a nadie (se usa incluso para reforzar tratamientos contra la infertilidad) y en cambio hay quien cree que funciona. Que es el milagro que estaban esperando para perder peso en tiempo récord, por ejemplo para asistir a una boda o para embutirse en el biquini después de un largo invierno de desidia.
RIESGO DE TROMBOSIS
La FDA, la agencia americana del medicamento, sí ha advertido de los riesgos de utilizar el medicamento sin control. Este fármaco aumenta el peligro de formación de trombos, depresión, dolor de cabeza y alteraciones mamarias. Y como muestra de los riesgos cita el caso de una seguidora de la dieta que sufrió un tromboembolismo pulmonar.
La hormona puede administrarse por vía sublingual, pero parece que lo habitual es inyectarla. Según los expertos citados por el Times, el ritual de la jeringuilla contribuye a hacer efectivo el placebo, si es que es un placebo. Otros prefieren creer que la liturgia médica hace posible un milagro mayor aún que el de la pérdida de peso: el de reunir la disciplina necesaria para conseguirlo. «¿Cómo no vas a perder peso comiendo una manzana y dos bastones de pan al día?», ruge otra lectora escéptica. El reto, por supuesto, es conseguir que la gente se atenga a semejante dieta. Si les convencen de que la hormona les va a quitar el hambre, la capacidad de autoengaño puede suplir la incapacidad de sacrificio.
Autor:   Anna Grau

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