Rev7 mantiene el sabor y textura del chicle original, pero es soluble en agua y se puede quitar fácilmente de la ropa con agua y jabón. Se desarrolló en el Reino Unido y ya se vende en Estados Unidos.
El chicle contiene un polímero especial que hace que sea mucho menos pegajoso. La motivación para desarrollar el producto fue reducir el coste de remoción del chicle de las calles.
Actualmente, el gobierno inglés gasta US$ 250 millones al año en la eliminación de chicle de sus calles utilizando productos químicos.
Las pruebas mostraron que más del 50% de esta goma de mascar se puede quitar con los métodos convencionales de limpieza de las calles. Los desechos de chicles que irán aparar al alcantarillado se degradarán en 24 horas y no contaminarán.
El precio de un chicle es solo de US$ 0.3 mientras el coste de remoción puede llegar a los US$ 0.18. Los materiales desarrollados en este proyecto se pueden utilizar para muchas otras aplicaciones, como pintura anti-graffiti y protección bacteriana.
Revolymer, una empresa creada por la Universidad de Bristol, utilizó una subvención de US$ 14 millones de los inversores para lanzar el producto.
Con este apoyo el equipo de investigación desarrolló el chicle antiadherente hace tres años y creó también la empresa. Desde entonces, han estado trabajando en el sabor y la textura de la goma en una fábrica en el norte de Gales.
Se espera que salga muy pronto a la venta en el Reino Unido en sabores de hierbabuena y menta. Han hecho más de 1,000 piezas de chicle con más de 200 fórmulas diferentes para que la sensación sea igual a la del chicle corriente.
Un gran mercado por conquistar
El chicle normal está hecho de látex sintético, que es resistente a la intemperie y es fuertemente adhesiva.
Más de 300.000 toneladas de goma de mascar se venderán este año sólo en los Estados Unidos y alrededor de 120,000 toneladas de chicle se convertirán en residuos dispersos en el medio ambiente cada año.
Existe una grande menada por este nuevo chicle en los Estados Unidos en donde se vende ya con éxito en varias ciudades.
El chicle es un problema en todo el mundo e incluso ha sido prohibido en algunos países, por ejemplo en Singapur hay penas de un año de cárcel y una multa millonaria por contrabando o posesión de chicle.
Sería un alivio ver las calles limpias de esos puntos pegajosos, tanto para las autoridades como para los transeuntes.
Fuente:
Novaciencia.
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