Aunque no se aprecia al ojo humano, convive con nosotros desde hace unos años presente en nuestro menú desde el desayuno hasta la cena: Leche con calcio, margarina con omega 3 y vitaminas, yogur con frutas, pastas enriquecidas con vitaminas y minerales, condimentos enriquecidos con hierro o fósforo. Es el poder de la microencapsulación.
Comer sano está de moda y la microencapsulación proporciona una mayor calidad para los productos alimentarios, una mejor conservación y más valor nutritivo. Tres aspectos que el consumidor no pasa por alto a la hora de hacer su compra.
La microencapsulación nos permite obtener nuevos productos más beneficiosos para la salud, añadiendo aditivos con propiedades funcionales o conservantes, manteniendo o escondiendo el sabor que queramos... evita la degradación del producto y mejora su conservación y estabilidad. Consiste en la protección de principios activos y su aplicación en alimentos. Así, la microcápsulas están compuestas de un núcleo que contiene sustancias activas, envueltas por una delgada capa de protección, que permite que se produzca una liberación gradual de los agentes activos (omega 3, lactosa, sustancias bioactivas, vitamina C…) sobre los alimentos.
La idea es la de fabricar cápsulas, como por ejemplo, las que se usan habitualmente en medicamentos, pero de tamaño microscópico, de manera que el material que queda en el interior queda protegido, hasta el momento en que se rompe su cobertura. Esto resulta muy útil con materiales que se degradan en contacto con el aire, con la luz, altas temperaturas, etc… como ocurre con la mayoría de los ingredientes funcionales. De esta manera, se puede lograr que éstos lleguen intactos hasta nuestro organismo, y sean mucho más efectivos.
Una de las claves del proceso es la elección del material de recubrimiento, porque es lo que va a definir en qué momento y de qué manera se va a liberar el interior de la cápsula. Así se puede lograr, por ejemplo, que un ingrediente resista la acidez del estómago, hasta que alcanza el intestino, donde se libera y se absorbe por el organismo o que se vaya dosificando poco a poco a lo largo del tiempo.
¿Se podría aplicar a otros sectores?
Las posibilidades de esta familia de procesos son muy variadas: no sólo se emplea en el sector farmacéutico o alimentario, si no que puede tener aplicación en sectores tan diversos como el textil, construcción, cosmético, óptica, etc. Aunque parezca ciencia ficción, podría usarse esta misma técnica para conseguir ropa con olores…
Esta aplicación de microencapsular aromas que se adhieran a la ropa se realiza seleccionando materiales de recubrimiento sensibles al roce o a la temperatura, así conseguimos ropa que desprende un aroma agradable sólo mientras se usa. Si se eligen recubrimientos protectores frente al proceso de lavado, se puede lograr ropa que mantenga su aroma tras muchos lavados. Se pueden lograr tejidos que cambian de color ante factores externos..increíble.
Otro ejemplo: en construcción, se puede emplear para incorporar sustancias a los materiales de construcción que absorban energía en los días calurosos y desprendan calor en los días de frío, pinturas que cambian de color o con propiedades antifúngicas.
ainia lleva varios desarrollando tecnologías de última generación que permiten mejorar el valor añadido de los alimentos incorporando principios activos mediante estas técnicas de microencapsulación con fluidos supercríticos. La finalidad es transferir a las empresas una tecnología innovadora, medioambientalmente sostenible, segura capaz de aportar soluciones a las problemáticas de las empresas y las demandas del consumidor.
Fuente:
No hay comentarios:
Publicar un comentario