Cada día las normas internacionales son más exigentes en cuanto a las condiciones sanitarias de producción desde el origen de la materia prima y los procesos de transformación, hasta la distribución de los productos alimenticios. De allí la importancia de que la industria de alimentos y bebidas cuente con instalaciones e infraestructura apropiadas, incluyendo maquinaria, equipo y accesorios que cumplan los requisitos de diseño, construcción y materiales sanitarios, en congruencia con las buenas prácticas de manufactura (BPM) correspondientes.
Las BPM buscan minimizar las posibilidades de contaminación o adulteración de los productos, y como tal requieren que el equipo de proceso y las superficies en contacto con los alimentos sean de materiales sanitarios, a fin de que no contaminen ni promuevan la contaminación de los productos.
Las BPM buscan minimizar las posibilidades de contaminación o adulteración de los productos, y como tal requieren que el equipo de proceso y las superficies en contacto con los alimentos sean de materiales sanitarios, a fin de que no contaminen ni promuevan la contaminación de los productos.
Los llamados materiales sanitarios o higiénicos no deben trasmitir olores, sabores ni sustancias tóxicas o cualquier contaminante a los alimentos, con lo que materiales como madera, o metales como hierro, niquel o cobre no son recomendados dadas sus características oxidantes, entre otros problemas. Por otro lado, el uso de maquinaria, equipo, accesorios y repuestos hechos en materiales como acero inoxidable, plástico, poliuretano, PVC y otros materiales especiales, reúne los requisitos de confiabilidad para una producción sanitariamente adecuada. Estos materiales incluyen características requeridas por la industria alimentaria, incluyendo impermeabilidad, lavables, inertes, de superficies lisas, no porosas, no absorbentes y resistentes a la corrosión. Estas propiedades hacen que la cesión de elementos sea prácticamente insignificante, lo que garantiza la no toxicidad de las sustancias alimenticias, y la conservación de las propiedades organolépticas de los alimentos (sabor, olor, color, etc.), además de reducir la posible proliferación de bacterias que podrían promover los materiales no recomendables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario